domingo, 21 de agosto de 2011

LO IMPORTANTE QUE ERES PARA DIOS ... ESPERA HERMANO DIOS TE PURIFICA DE TUS PECADOS PARA QUE SEAS FELIZ

Érase una vez un granito de trigo, pequeño y sencillo, que quería ser santo y llegar hasta el cielo. Y se ofreció a Dios... y se puso en sus manos de buen sembrador. Y el Señor, de inmediato, con mucho cariño, lo colocó en tierra buena y lo cuidó como a un niño.

Pero el granito, gritaba..., pasaba las noches oscuras, a solas, con miedo y con frío, muriendo a sí mismo. Pero, sin saberlo, renacía a una vida más hermosa y bella.

Y empezó a crecer como espiga, débil y temerosa, azotada por las lluvias y mecida por los vientos. Y fue creciendo, creciendo y creciendo acariciada por el sol, y soñaba y soñaba... y pedía y oraba.

Cuando estuvo madura, un día de estío se presentó el segador. Y ella, alarmada, gritaba y decía: “A mí no, porque yo estoy destinada a ser santa y elevarme hasta el cielo”. Pero el hombre, tal vez distraído, metió la hoz, despiadado, y quebró sus ensueños de oro.

“Oh Señor”, clamó entonces la espiga, “ya no puedo llegar a tus brazos. Sálvame mi Señor, que me muero”. Pero el Señor, cual si nada escuchase, respondió con un largo silencio... Y aquel hombre, tomando la espiga, bajo el trillo la puso al momento... Y los granos crujieron... y cual sarta de perlas preciosas, por la era rodaron deshechos.

Y vinieron más hombres y metieron los granos de trigo en un saco viejo, llevándolos luego al molino, donde finísimo polvo se hicieron. Y la harina seguía llorando. Mientras, arriba en el cielo, seguían callando... y, aquí abajo, seguían moliendo.

Y, ¿por qué callaría Jesús? Y, ¿por qué, si era pura e inocente, le negaba el consuelo? Pero ella obediente, seguía sufriendo... Y Jesús preparaba la harina. Y una hostia bellísima hicieron... por fin el grano, espiga, harina, en Jesús se fundieron.